1974, 70's, Discos, Música

AC/DC – "High Voltage"

 Asimilados por la parroquia heavy como uno de los suyos, reducidos por buena parte de la prensa especializada a la categoría de anécdota, víctimas de una actitud incomprensible por parte de aquellos que les critican el vivir aferrados a una fórmula (que, sin embargo, serían los primeros en poner el grito en el cielo en el -improbable- caso de un golpe de timón en su sonido). Equívocos, muchos equívocos parece haber en torno a AC/DC y el telúrico rock and roll que llevan forjando desde hace muchas lunas.

 El primer supuesto, en cierto modo, atesora su parte de lógica: Nos encontramos ante uno de esos grupos, cómo pueden serlo también KISS Motörhead, que parecen diseñados para inocular el veneno del rock a adolescentes desprevenidos. Adolescentes entre los que, claro, se encuentra un porcentaje significativamente más alto de heavys que lucen su imaginería con orgullo. Los otros dos supuestos, por contra, son de díficil defensa: Habría que intentar explicar, supongo, que el formulismo resulta un lastre cuándo la calidad decae, solamente, y que son muchas las veces que un exceso de evolución enmascara las limitaciones del que no sabe, no puede, construirse una personalidad reconocible.

El debut en largo de AC/DC  mostraba una parte, pero no la versión completa del sonido que los australianos sabrían elevar a la categoría de canon: Sí, la todopoderosa influencia de Chuck Berry ya está ahí, guiando el concepto del redondo surco a surco, enmascarada -que no sepultada- bajo una compacta muralla de power chords, destellos solistas y base rítmica sólida cual bloque de granito; Pero también hay un tono deslavazado envolviendo la producción, unos ciertos flecos glam vía Slade que, lejos de resultar un hándicap, terminan de conferirle al elepé un aura especial, así como la categoría de piedra fundacional de un sonido monolítico y mil veces imitado -cuando no directamente clonado-, pero poseedora de la suficiente bisoñez para mostrar a través de sus poros de dónde venían, sónicamente hablando, sus autores, ubicarlos en un contexto.

No le faltan a «High Voltage», desde luego, argumentos para constituirse como un pequeño clásico por derecho propio. Apabullante colección de himnos, catálogo de verdadero arena rock conducido por el impepinable sentido del riff de los hermanos Young y la procacidad, honestidad y chulería de Bon Scott, parece mentira que nos encontremos ante lo que fue su primer trabajo.

Proclamas metarockistas en las que confirmaban el que parecía ser su destino manifiesto en ésto de la música del Diablo («It’s A Long Way To The Top (If You Wanna Rock And Roll)», «Rock And Roll Singer»); Oscuros destellos de blues rock vacilón («The Jack»); Decibélicos escupitajos del calibre de «Live Wire» o la hooligan «T.N.T»; Salvas en las que pagaban sus deudas con el glam rock tan en boga entonces ( El boogie «Can I Sit Next To You Girl?», que no en vano se trata de una regrabación del primer single del combo, de aquellos tiempos, todo plataformas y rayas, en que la voz la ponía Dave Evans); Insólitas descargas a medio tiempo («Little Lover»); Viñetas de jocosa sexualidad («She’s Got Balls») y la definición perfecta, de manual, de lo que andaban haciendo contenida en el título -y lo que tras él se esconde- de «High Voltage».

Eso, todo eso era lo que podía encontrarse entre los surcos de «High Voltage». Lejos aún de sus días de gloria, del sentimiento de celebración masiva de sus shows, de las ventas multimillonarias, de los gimmicks escénicos de distinto jaez: Plenamente confiados en la pulsión eléctrica y exultante de su sonido, ejecutándolo con una austeridad que desafiaba las tendencias más bombásticas de la época, preludiando en buena medida el punk. Poseedores, en definitiva, del tarro de las esencias del rock and roll; Del ruido y la furia; la pasión y el júbilo; la subversión y la sexualidad que pueden desatarse pulsando tres acordes.

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The Rolling Stones – "It’s Only Rock ‘n’ Roll"

 Editado con algo más de un año de diferencia con respecto a su antecesor, se adivina en «It’s Only Rock ‘n’ Roll» algo del componente transicional que presidía «Let It Bleed», piedra de toque de su más celebrado tríptico: Dónde uno confirmaba el alejamiento de Jones de la banda, éste sería el último elepé, quién lo diría, con Mick Taylor a bordo. Y, al igual que en aquella otra ocasión, el que terminaría por ser sustituto a tiempo completo tendría su participación parcial en la creación de la nueva obra. De una manera más notoria, en este caso.

 Y es que «It’s Only Rock ‘n’ Roll (But I Like It)», –uno de sus cortes más celebrados, la frase que en buena medida epitomiza el sentir del aficionado al género-, por mucho que en los créditos ponga eso de «Inspired By Ronnie Wood», podría decirse que prácticamente es un tema del que fuera guitarrista de los Faces: Modelada por Wood a partir de una idea de Jagger durante las sesiones del debut solista de aquel («I’ve Got My Own Album To Do»), The Rolling Stones la consiguieron para sí a través de oscuros cambalaches, cediéndole «Act Together» a cambio de la que sin duda es la pieza más recordada del redondo. Buen negocio, sin duda. Pero vayamos por partes.

 Cómo venía siendo costumbre, el album abre con un rotundo rock and roll cocinado a fuego lento, «If You Can’t Rock Me», con una letra tan tópica como efectiva que da paso a «Ain’t Too Proud To Beg», revisión del número de Whitfield/Holland que alcanzó gran popularidad en la voz de The Temptations, del que el grupo efectúa una relectura relativamente fiel a las costuras del original, añadiéndole algo de nervio guitarrero, eso sí, pero sin llegar a superar a los paladines de Motown.

 «It’s Only Rock ‘n’ Roll (But I Like It)», ya lo decíamos, pasa por ser el tema más memorable de la tanda de canciones a la que da título. Velada crítica a una prensa musical a la que veían acoger sus últimos movimientos con indisimulada tibieza, posee un marchamo glammy y vacilón que lo emparenta con lo que andaban facturando T. Rex o con rodajas del momento como el «Diamond Dogs» de Bowie.

 «Till The Next Goodbye» está hecha de la misma madera que piezas pretéritas como «Wild Horses» o «Angie»; sensibilidad a flor de piel, preciosismo y acústicas en ristre que desembocan sin solución de continuidad en «Time Waits For No One», el corte de mayor minutaje del album, rico en dibujos guitarreros y con un sucinto toque funky, enigmático, sobrevolándolo.

 La segunda cara comienza a rodar a ritmo de rock and roll fresco e hipervitaminado. Ahí tenemos una de las joyas ocultas del trabajo, –«Luxury»- y el rock and roll cincuentero pasado de revoluciones –«Dance Little Sister»- para dar fe de ello.

 «If You Really Want To Be My Friend» retoma el flirteo que se venían trayendo con texturas de filiación funky/disco: Encantadora balada evocadora, al estilo de una, pongamos, «100 Years Ago», los coros de los Blue Angel -cuarteto vocal disco pop de cierta pujanza local- arropan a un Jagger en estado de gracia, del que casi podría decirse que ha encontrado su registro de madurez, esa que en lo sucesivo será la voz de los stones.

 El piano eminentemente honky tonk de Ian Stewart conduce «Short And Curlies», breve número bluesyde pocas pretensiones. Encajado entre dos temas de generosa extensión, procura cierto respiro al oyente antes de la grand finale, «Fingerprint File»: Riffs entrecortados, wah wahs y un bajo zumbón ensamblan una suerte de hard rock funk cuya parte intermedia no habría desentonado entre la banda sonora de «Shaft» o alguna otra cinta blaxploitation.

 Sería pecar de reduccionismo, aunque no de faltar a la verdad strictu sensu, catalogar «It’s Only Rock ‘n’ Roll» como el hermano menor de «Goats Head Soup»: Comparte con éste su tamizada producción -que favorece a los desahogos funkies casi tanto como perjudica los momentos más afilados del redondo- y sus devaneos con sonidos disco, así como se intuye una cierta fórmula en los momentos más eléctricos del trabajo -ya se puede hablar de temas stonianos prototípicos-. Cómo elemento diferencial, sin embargo, se intuía una cierta falta de pretensiones, un back to basics espoleado por la inmediatez cuyo único objetivo parecía ser el de entregar un muy buen puñado de canciones: De ser así, misión cumplida.

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